Hace ya un tiempo que este vídeo se hizo viral. En él, aparece Valentín Ferrero, un profesor universitario asociado, afirmando que ha dejado su trabajo para participar en un concurso de televisión. No, no es que se le haya subido la fama a la cabeza, simplemente ha sido pragmático y ha decidido prescindir de las 3+3 horas semanales que figuraban en su contrato y por las que cobraba unos 250€ mensuales para dedicarse a tiempo completo al programa, por el que, de momento, ya lleva ganados más de 1.
Ayer tuve el placer de asistir y participar como ponente en las V Jornadas de Innovación Docente organizadas por mis compañeros de la Universidad San Jorge. La verdad es que siempre es agradable compartir experiencias y conversaciones con otros docentes, sean del ámbito que sean, pero cuando además te reúnes con gente creativa y auténticos apasionados por la docencia, las nuevas ideas que me asaltan y la sensación de querer mejorar todavía más mi labor como profesor es todavía mayor.
¿Qué software enseñar si es cuestión de tiempo que el software más puntero de hoy se vea tan obsoleto como sketchpad, el primer programa de CAD? Mi respuesta, a continuación.
Casi cada final de curso se repite la misma historia: uno o dos alumnos de Herramientas Digitales me comentan, algo decepcionados, que les hubiese gustado que enseñase a usar el programa X “porque es el que piden los despachos de arquitectura”.
Cada vez es más común leer o escuchar a arquitectos alabando el perfil polivalente de nuestra formación técnica y artística que nos permite realizar trabajos de todo tipo, más allá de la edificación1. Lo cierto es que me sorprende, no porque piense que no es cierto, pues es algo que comparto (aunque con matices), sino porque choca frontalmente con una realidad en la que todavía la mayoría de alumnos y arquitectos aspiran a trabajar en un despacho de arquitectura al uso.
A pesar de las numerosas bondades de los Sistemas de Información Geográfica (SIG -o GIS en inglés) y de las aplicaciones directas que puede tener para el urbanismo, lo cierto es que no tengo constancia de que se enseñe en las facultades de arquitectura. Así pues, a día de hoy, los alumnos (y también muchos profesionales) siguen realizando los planos de análisis urbanísticos con programas de CAD para controlar la geometría y la representación y hojas de cálculo, ortofotomapas… Por no mencionar lo difícil (y costoso económicamente) que puede resultar conseguir una base topográfica de calidad para determinados emplazamientos o la gran cantidad de tiempo que requiere generar una buena representación final de estos datos, que de por sí no tienen ninguna relación.
A pesar de lo evocadora y prototípica que resulta la imagen del arquitecto trabajando en su mesa de dibujo, con su paralex, sus rotrings y su carboncillo, lo cierto es que hoy en día es imposible concebir nuestra profesión sin medios informáticos. Tanto es así que, actualmente, sería imposible realizar en tiempo y forma toda la documentación gráfica y escrita que requiere un proyecto arquitectónico y todos los trámites burocráticos asociados a él.
Mientras ordenaba el disco duro de mi ordenador he encontrado el "paper" que envié para las Jornadas Científicas “ARQUITECTURA, EDUCACIÓN Y SOCIEDAD” 2012, en el que se desarrolla un poco más el contenido de la presentación que encabeza este artículo. Me ha parecido relevante compartirlo ahora porque, más allá de explicar el funcionamiento de la asignatura de Herramientas Digitales que imparto en la ETSA USJ desde 2009, la situación que describe al principio del mismo acerca del contexto cambiante y del estado de la enseñanza de la arquitectura sigue siendo vigente y puede (me gustaría) dar todavía mucho debate.
Hace una semana que volví de una breve estancia como profesor invitado en la School of Architecture at University of Limerick (SAUL) gracias al programa erasmus de movilidad para profesores, una escuela que comparte varias similitudes con la ETSA de la Universidad San Jorge, en la que imparto clases actualmente. Durante los cinco días que pude estar allí, tuve la oportunidad de unirme a la asignatura optativa Digital Fabrication asistiendo a los profesores Javier Buron y Michael McLaughlin y los estudiantes Stephen Bourke, Emmanuel Chomarat, David Grace, Weixang Huang, Peter Lawlor y Klest Pango durante el montaje de la cortadora láser Lasersaur.
Ahora que algunos entendidos empiezan a hablar de las webs semánticas como la futura web 3.0, está en boca de muchos aplicar el concepto “2.0” a casi todo lo que podamos imaginar, aunque a veces (la mayoría) sea erróneamente debido al desconocimiento del verdadero significado del término. Existe consenso en que webs como Wikipedia, Delicious, Blogger, flickr o facebook podrían acuñarse bajo la etiqueta de web 2.0, ¿pero qué tienen en común todas ellas?
Una de las preguntas más importantes que deberíamos hacernos como profesionales es la elección del software que vamos a utilizar en el desempeño de nuestra profesión. Sin embargo la experiencia dice que esta pregunta es casi siempre obviada y se acaba utilizando el programa que hemos aprendido a usar o el que usa la mayoría de gente, sin plantearnos si realmente es el que mejor se ajusta a nuestras necesidades. Y es que nos enfrentamos a dos grandes lastres: por un lado el del mercado, que impone sus propias reglas pensando únicamente en el propio beneficio, y por el otro tenemos la enseñanza que se da en las facultades, que se suele limitar a enseñar un solo programa (dos a lo sumo) cuya elección también responde en gran parte al mercado.