Si la tecnología controla todos los resultados de forma rutinaria (como si se tratara de una tubería de datos) hay un alto riesgo de que se convierta en obsoleta, cada vez menos utilizada o tan rutinaria que apenas sea interactiva. Muy parecido a comprar un billete de en una máquina automática: sí, usted tiene opciones, pero difícilmente se puede llamar a esto un acto interactivo.
Esta frase de Saskia Sassen acerca de las smart-cities que hizo en esta entrevista resume perfectamente uno de los grandes riesgos de este tipo de ciudades: el hecho de que la tecnología esté tan presente hasta el punto que parece gobernarlo todo convierte a la ciudadanía en meros consumidores de opciones predeterminadas (¿por quién?
La ciudad, o lo que sean los lugares en los que vivimos, históricamente se ha caracterizado porque nunca está terminada, porque siempre existen resquicios que permiten el cambio, la mutación. El que la ciudad sea incompleta (mis alumnos me lo habrán oído decir muchas veces) es esencial para permitir su evolución y, sobre todo, para responder a las nuevas necesidades. Las ciudades nunca deberían están terminadas porque en ese instante estarán muertas.